Cuando por razones familiares decidí viajar a España (dos de mis tres hijos viven en Madrid) por mi mente se asomó un viejo sueño: realizar el mítico Camino de Santiago. Era cierto que, por esas fechas, inicios de mayo 2021, no se podía aún circular dentro del territorio español, producto de las medidas de pandemia. Así que el proyecto quedó enunciado y en modo potencial, durmió en mi equipaje.
Al llegar a Madrid confirmé que la posibilidad de llegar a Galicia era una realidad, así que desempolvé la idea del Camino y comencé a planear el mismo, armándome de equipo necesario. Conseguí una mochila, un par de botas de trekking, una cantimplora y un par de bastones para acompañar mis pasos. Compatibilizando mi objetivo primordial de estar con mis hijos, diseñé un recorrido de cinco días que me permitieran vivir la experiencia plenamente.
- PRIMER APRENDIZAJE: Elegir un equipaje liviano para tu vida, todo lo deberás llevar en tus hombros. Sé sencillo.
Arranqué en Portomarín, provincia de Lugo, con 96 kilómetros por delante. Comencé avanzado el mediodía y me entregué al camino.
En mi primera parada para dormir, Castromayor, encontré la primera sorpresa: estaba todo cerrado. Ergo: no tenia nada para comer, salvo unas almendras que había llevado. La encargada de la posada mostró la primera señal de hospitalidad del pueblo gallego y en cinco minutos, pidiendo a sus vecinas me consiguió un pan, un chorizo, una manzana y una naranja. Un verdadero banquete considerando mi status inicial. La posada estaba vacía, ya que recién se abrían los caminos post pandemia. Fue una tarde de silencio bellísima. Tenia poco, todo lo que necesitaba.
- SEGUNDO APRENDIZAJE: Confía en el camino. Todo será dado.
El segundo día me recibió con una intensa e insistente lluvia gallega, nada sorprendente. Ese martes había planificado hacer 30 kilómetros, o sea dos tramos en un día. Fueron tres horas de húmeda compañía. Me crucé con una señora de Valencia, que tenía por delante diez días de camino, ya que un problema en una pierna la obligaba a cumplir tramos más cortos. La acompañé un tramo, y luego seguí a mi ritmo. El tramo más largo de mi camino, también fue el más duro, por sus pendientes. El paisaje rural íntimo compensó la lluvia y las cuestas.
- TERCER APRENDIZAJE: Cada persona vive y camina a su ritmo. No sirve compararse más que con uno mismo.
Me esperaba Melide. Una atenta señora que atendía un almacén en Leboreiro me anunció que me faltaban cinco kilómetros para mi destino y que no dejara de probar el pulpo, que allí es famoso, detalle que yo desconocía. No se equivocó. Además, me recomendó que me acercara a la capilla de San Roque, ya que tiene unos detalles en su portal que son idénticos a la figura del billete de diez euros. Cierto era también. A esa altura la mochila ya era parte de mi cuerpo, y mis piernas respondían perfectamente, acariciado por el amable sol celta
- CUARTO APRENDIZAJE: Escuchar atento el camino: el sonido de los pájaros, las vacas y mis pasos sobre la superficie de la senda. El camino ofrece señales.
En mi próximo día me había propuesto llegar a Arzúa, conocida por sus quesos. El sendero me expuso a más zonas rurales, con campesinos arando la tierra, abuelas descansando en la sombra del árbol más próximo. Las vacas rubias de la zona siguen con poca curiosidad mi paso acompasado por los bastones. Bosques de eucaliptus, robles y otras especies entrelazan sus brazos por sobre mi cabeza, ofreciéndome un túnel verde, por donde los pájaros me ofrecieron sus cantos. decidido no traer auriculares y así sentir el sonido de la naturaleza. No me había equivocado. El tiempo cronológico en Galicia parece no residir allí: todo es monumental, verde y estático, como si lo único que se moviera fuera yo, y a mi paso rasgo un lienzo invisible donde se pinta la escena perfecta.
- QUINTO APRENDIZAJE: El estar presente me permitió apreciar olores, sonidos, colores, y la temperatura del sendero. Así, el existir toma profundidad, volumen, consistencia.
Mi cuarto día también estaría acompañado por el sol, y poblados rurales. Pararía en O Pedrouzo a descansar. Ya el camino presentaba más peregrinos que en días anteriores. A eso de las 11 hs me detuve a tomar un café en los pocos bares abiertos. Había mucha gente, en especial un grupo de jóvenes que supe después eran de Tarragona, Barcelona. Por mi apuro en salir antes que ellos y sostener el silencio del sendero, perdí las referencias y al encontrarme con la ruta de autos me dí cuenta que me había extraviado. Al verme ellos me siguieron también, por lo que todos estábamos perdidos. Uno de ellos logró con una aplicación reencontrar la senda, y entramos en Calles, un poblado pegado al del bar mencionado. Gracias a su colaboración salí del extravío, el único de todo el camino.
Siempre había encontrado el mojón que me indicaba la dirección a seguir y la distancia a Santiago.
Este tramo del camino fue suave y amable, coronado por la recepción que me esperaba de parte del dueño de la posada que había elegido para dormir: me invitó a una cerveza y al desayuno del dia siguiente, junto a una amable conversación.
- SEXTO APRENDIZAJE: El camino, como la vida, tiene una dosis justa de exigencia y amabilidad. Saber esperar y transitar cada tramo sostiene el equilibrio.
- SÉPTIMO APRENDIZAJE: La colaboración de otros suele darnos salida a momentos de extravío, si pedimos ayuda.
El ultimo día era el de la llegada. Había disfrutado tanto del caminar, que me asaltaba una sensación ambigua de querer llegar y que el camino continuase. El llegar al Monte del Gozo, una verde ondulación donde se aprecia desde la altura la ciudad de Santiago de Compostela, fue un adelanto de la culminación de la experiencia, aunque faltaba bastante aún. Atravesar los alrededores ya urbanizados de Santiago hasta encontrar el casco histórico fue largo. Confieso que la emoción que me tomó al doblar la calle última y verme en la plaza del Obradoiro frente a la Catedral de Santiago, meta propuesta, fue enorme. Alegría por el logro alcanzado, pero más feliz por el camino que paso a paso construí, quizás la senda que nunca he de volver a pisar. No seré el mismo si repito ese sendero, ni el camino será igual. El aliento de cada persona que me crucé era el mismo: “buen camino!” que aprendí también a pronunciar.
- OCTAVO APRENDIZAJE: Plantearse una meta es la forma de orientar nuestro accionar, pero la riqueza está en el camino. No quedar atado a llegar, a cumplir. Contemplar el recorrido es agrandar mi sabiduría.
- NOVENO APRENDIZAJE: Exponerse a lo desconocido descubre aptitudes escondidas dentro de mí. Animarse a salir de la zona de comodidad y confiar en el recorrido.
- DÉCIMO APRENDIZAJE: Ejercitar el estado de contemplación, detenerse en lo que el camino y la vida proponen amplia la mirada.
Los motivos que tienen quienes hacen el Camino son múltiples y todos válidos: religiosos, místicos, espirituales, deportivos, recreativos. Lo que es cierto es que el mismo Camino se encarga de enriquecer, variar, colorear la experiencia de tal manera que podría afirmar que nadie llega a Santiago como empezó. La transformación que se produce es profunda, intensa. Enfrentar una pendiente importante paso a paso ejercita la paciencia, contemplar la naturaleza que rodea energiza, sentir el contacto de los otros reconecta, atravesar lo impensado potencia el temple.
No es necesario ir hasta Galicia para recorrer y experimentar los desafíos que pude atravesar en mi camino. La vida cotidiana ofrece pendientes, sorpresas, tormentas y alegrías por todos lados. Creo que el mayor descubrimiento que me traje es estar despierto, para darme cuenta lo que sucede, que la vida sucede para mí y no a pesar de mí. Que vivir es una oportunidad única y es hoy. La vida exige sólo vivirla, caminarla. En eso estoy: dando el próximo paso.
Te invito a hacerlo juntos.
Andrés
Felicitaciones!!!
Lucio Vega Iracelay
Gracias, Andres. Me enorgullezco que hayas dedicado tu tiempo para leer estas humildes palabras de tu antiguo alumno de Castellano de Buenos Aires.
María Inés Iglesias Cortina
Lucio, esperaba este artículo con mucha curiosidad y asombro de niño. Tu manera de expresar lo vivido habla de tu don para volcar tus pensamientos y emociones con palabras oportunas y profundas que contagian el corazón de tus lectores.
Cuánto aprendizaje en sólo 5 días…Los 10 se interrelacionan tanto que no podría existir uno sin los otros. Pero destaco una frase que me impactó: «CONTEMPLAR EL RECORRIDO ES AGRANDAR MI SABIDURÍA» Nada se encarna por experiencias ajenas que conmueven pero no fijan la enseñanza. Tuviste que caminar 96 km. para adueñarte de esta nueva sabiduría…saboreada, no leída ni escuchada…
Te dejaste atravesar por paisajes diversos salidos a tu encuentro. Te abriste a la generosidad de la naturaleza sincera y fiel…Apreciaste la hospitalidad, la empatía y la ayuda de otros humanos caminantes o dispuestos a saciar necesidades básicas y de compañía.
Gracias Lucio. Ojalá tu equipaje siga austero para dar, como querés ,el próximo paso.
En la vida, acontecimientos así, sellan un antes y un después.
Lucio Vega Iracelay
Gracias Maria Ines! Y la vida sigue sorprendiendo, con curvas, pendientes, sombras, pero siempre el sol y la luz aparecen. Un abrazo y una palabra de compañía nos devuelven a la inmensidad de ser apenas un corazón en el medio de la humanidad.