Hoy me atravesó una idea de improviso: es mejor la distancia o frialdad ante las situaciones en las que hay que tomar decisiones.  O la intuición y la información que el cuerpo junto con las emociones nos da es una mejor opción?.


En este momento del mundo aparece una ola de volver a escucharse, hacer introspección, sentir y decidir. Ahora cómo saber que justamente uno no está influenciado por deseos o segundas intenciones.
Enseguida me vino la imagen de mucho tiempo atrás, pensando en dioses que eran responsables de todos los misterios no resueltos hasta entonces, y dije: si se deja llevar por las emociones, que problemón. Cómo distinguir un hecho objetivo de un rayo que cae en un árbol de voluntades divinas o un “plan” más allá de lo razonable (hasta entonces).

Después obviamente vine mas a lo cotidiano pero sin dejar de lado que seguramente mucho del avance intelectual se debió a personas que pudieron observar las cosas o eventos de manera frívola, quitándoles lo más que pudieron cualquier contaminación subjetiva y tratando de abordar con mirada científica la realidad que ponían sobre la mesa a los fines de redactar leyes o teorías que pudieran ser compartidas hacia otros.

Entonces veo que se empiezan a dar la mano estos extremos, veo una ignorancia ancestral que fue mitigada (contra su voluntad prácticamente) a través de la distancia y abstracción de los laboratorios, las ecuaciones, libros y teorías que pusieron luz sobre muchísimos misterios.

Pero a pesar de mucha bibliografía que se acumula en las redes y universidades nunca apareció la receta de la felicidad, ni otros tantos secretos que nos darían una vida reveladora. Y parece esto acercarse más a lo blando, lo intuitivo, lo emocional.
Con cierto entendimiento del contexto a raíz de conocimiento intelectual uno puede leer como le afectan hechos y decisiones en lo cotidiano para poder estar mas cerca de sus propias verdades y deseos que permita un disfrute continuo, entendiendo las causas y consecuencias de lo que se hace todos los días en pos de una realidad deseada.

El arte, las relaciones, los paisajes, todos tocan cosas en nuestro interior que dan volumen, conmueven, emocionan. Algo en nosotros nos indica que eso está bien, más allá de la mente y su experiencia. Algo vibra, nos conecta con ese momento.

En este sentido parece que tenemos el gps con volumen muy bajito, quizás hay que retirarse del ruido o enfocar bien el oído pero algo dentro nuestro nos está diciendo todo el tiempo donde quiere ir. Promete que al seguir esas indicaciones nos inundará la abundancia y la felicidad. Quizás si la mente la tuviera en cuenta en sus planes económicos, laborales, organizacionales, proyectuales, todos podrían alinearse con una añorada eterna piel de gallina.

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