Antes de empezar corrijo el titulo, ya que la autoestima no puede medirse, pero sí puedo evaluar sus efectos sobre mi vida diaria.

¿Pero sé de qué se trata? ¿Y cómo me trata y convivo con ella?

Me adelanto a negar que la autoestima sea una afición por los vehículos de cuatro ruedas, por los fierros. Definitivamente se trata de otro asunto más profundo y cercano. Tampoco es algo referido al perfeccionismo o demostrar que valgo más que los demás, o derrocho suficiencia.

Auto implica uno mismo, y estima significa valuar, valorar, asignarle valor. O sea, valorarse a sí mismo. Voy más profundo y reflexiono: ¿me valoro realmente? ¿Qué valoro de mi existencia?

Voy a proponer una simple regla para ayudar a la evaluación y recorrido de la autoestima.

Las tres A. ATENCIÓN, APRECIO Y ACEPTACIÓN.

 

ATENCIÓN:

Necesito estar presente, observarme, darme cuenta de mi experiencia de vida para conocerme. Reconocer mis creencias, registrar mis reacciones, mi mentalidad o forma de pensar. Detectar mis luces y mis sombras, mis virtudes y aspectos que no quiero mostrar ni me gustan de mí. Yo no soy mis pensamientos, pero éstos hablan de mí. Tampoco soy mis sentimientos, que son inestables o inciertos. Es saludable identificar todos estos aspectos y abrazarlos imaginariamente, incorporarlos a mi ser consciente.

 

APRECIO:

Nadie puede amar lo que no se conoce. Si en el proceso anterior expando mi conocimiento, me estoy acercando a amarme, así sin engaños ni ocultamiento: como soy. Todos, absolutamente todos, tenemos algo valioso para aportar al mundo. Desde mi singularidad agrego un matiz al lienzo universal, con mi particular estilo de dibujar, de expresarme, de sentir.

Imaginate por un momento que tuvieras un amigo, amiga o tu hija o hijo, que fuera idéntico a vos, con esas sombras y esas luces. ¿Lo tratarías, así como te tratas y consideras? ¿Le dirías todas esas frases que tus voces internas te dirigen? Me animo a decir que no lo harías así. Nadie me trata peor que yo mismo. Es momento de detener esas palabras limitantes. Mis juicios internos sobre mis resultados o acciones son lapidarios. Debería considerarme más, tengo que llevarme bien conmigo, ya que me va a acompañar hasta el ultimo de mis días (salvo cuando aplico maniobras escapistas para no estar presente) y además no me ayudan a ser mejor.

 

ACEPTACIÓN:

Esta actitud dista mucho de la resignación, sino que se inicia en el conocer, comprender y apreciarse. Entonces reconozco mi existencia con una visión integral, más amplia, y es a partir de aceptarme que puedo proponerme cambiar aquello que no me ayuda a evolucionar, a estar mejor, a lograr lo que me propongo.

Mi valoración nace de mi ser, mi esencia,  no de lo que hago o lo que tengo, o lo que ven o dicen de mí. Yo soy suficiente. Tengo todo para existir, de manera actual y en modo potencial, todo está dentro de mí.

¿Cómo recibo las críticas? ¿Me hacen tambalear mi propia valoración?

Respecto a las internas, ya observo que soy demasiado duro. Y en relación con los juicios que vienen de otros, soy yo el que les da el poder de afectarme, de dañarme, de creérmelos. Todo sufrimiento que proviene de una crítica tiene un solo origen: mi permiso para hacerlo. Nadie puede estar dentro mío para conocer qué intenciones tengo, o qué produjo determinado hecho. Nadie.

Cada vez que enfrenté un desafío sin tener en cuenta los presagios externos, conseguí lo que me propuse. No estoy hablando de no considerar a los otros en mis actos, sino de no creer los juicios de terceros. Si no me dan información pura, no sirven a mi propósito.

 

La autoestima verdadera tiende a ser permanente. No puedo estar atado a mis sentimientos, que son por naturaleza inciertos, inestables. ¿Significaría que si me siento triste o desanimado no podría estimarme, acaso?

Repasa las tres A. Observate. Querete así como sos. Aceptate.

Solo desde esa mirada agregada podré plantearme pequeños cambios. Siempre desde la esencia, desde esta verdad que es humildad. Ni menos ni más.

 

Eckart Tolle, autor de El Poder del Ahora tiene una frase que me ayuda a cerrar estas reflexiones:

 

En esencia no eres inferior ni superior a nadie. La autoestima y la humildad verdaderas surgen de darse cuenta de ello”.

 

Despertá. Estás aquí.

Por favor compartir y comentar